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Cuervo negro, ¿que depara mi destino? |
Aquí estoy yo, una vez más. Es curioso ver como me voy hundiendo en una espiral de acontecimientos, recuerdos, realidad y letras. Hace mucho que comprendí que esto no tendría sentido, mas no me figuraba que llegaría a tal grado. Mi desconcierto, descomunal, me ha hecho creer que moriría envenenada, sin embargo no es así. Cabe mencionar que en mi propio universo de autodestrucción, me he perdido, y a la vez, encontrado. Puedo sentir la calidez resbalar peligrosamente por mis dedos, porque sé que el frío siempre estará ahí. Ya no me asusta, me he acostumbrado a sobrevivir, con la esperanza del mañana que será mejor, con el presente infinito, con el pasado oculto tras las sombras. El tiempo me ha hecho una promesa mortal: no hay escala de grises, su decisión será tan solo blanca, como la nieve, o negra, como la tinta. Desapareceré, moriré en vida o existiré para siempre. Me he cansado de jugar a las cartas con el destino, él siempre hace trampa, yo no conozco sus métodos. Las caladas que da me han intoxicado, y seguramente, nunca seré la misma.
Por supuesto, en lo más inexplorable de mi alma, está la verdad. Formo parte de las tinieblas y del resto del mundo. Mi deseo de que sea lo contrario, desbocaría mares, pero hay otro sentimiento mucho más grande. Con la justificación de llamarlo angustia, se regocija entre sensaciones terribles y decepciones, promesas incumplidas. Sus finos labios esbozan siniestras sonrisas cada vez que me vislumbran, y se maravillan al comprobar que mi corazón de cuervo, atolondrado, azorado, ciego, no encuentra respuestas y se impregna de odio inconstante.
Mi mente es un salto de tiempo y espacio.
Porque en el fondo, no es su rabia, alimentada de fuego y sensaciones la que me está haciendo esto. No soy yo misma, producto de las cosas que he vivido a través del conteo irremediable. No, es mi propia negación, a brillar, a dejarme llevar por las riendas de la tranquilidad, a ser feliz casi incondicionalmente. A que todo sea diferente, a olvidarme del problema que me ha acosado incluso antes de mi propia existencia. Y a pesar de todo, sí estoy segura de algo.
Le tengo miedo a ser feliz.
Y ahora, que ha llegado el carruaje, aquel que solucionará ese problema, debo subirme a él. No hay otra salida, me ha esperado demasiado tiempo. Es hacerlo o que me deje. ¿Qué miedo es más grande?
El conductor me observa con sus grandes ojos negros. Siento una confianza que se mezcla con el dolor de estomago. Veo el sol, resplandeciendo más que nunca por encima, y el cielo, sin una sola nube, sin una sola pista.
Y de pronto, le oigo. Su voz, seca, indescriptible.
—¿Vas a subir o no?
Dudo por un instante. Después, hago lo que nunca habría sospechado.
/// Esto... Es solo una entrada, sí eso xD No pregunten, yo no la escribí... ¡Fue Molly! Yo no. A mi no me miren.
Qué gran dominio con las palabras, una sorpresa, eso sí. Aunque tambien una invitación a que la intriga te acompañe eternamente. Gran escrito <3
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