Y es que a cualquiera le ha entrado la paranoia. ¿De qué estoy hablando? Pues, bueno, de lo único que no tiene solución. De lo irreversible.
La muerte.
Generalizada, hablo de muerte generalizada. Y de hecho, que se resume en cuatro caracteres: 2012. ¡No, no! Antes de que cierres la página pensando que es una pasada o que me he golpeado la cabeza con un ladrillo y he quedado toah tonta, dejame continuar.
El tema surgió por una conversación con una amiga. Como ya saben, en este año ha habido varios, sino es que muchos temblores. Nunca he creído en esto del fin del mundo: en primera, a mis amigos los mayas le tiraron de mercadotecnia, porque ellos nunca lo señalaron como tal. Supuestamente, (era una civilización prehispánica, ¡lógico que la información no sea muy precisa!) lo anunciaron como el fin de una era. El fin de una era, ¡no el fin del mundo! Ah, es que somos exagerados. Yep.
En segunda razón, no se me hace lógico. Digo, vale. "Un enorme crater que emerge de la tierra y con sus rayos infinitos devora el suelo." "Un volcan descomunal que expulsa lava a una velocidad inminente y deja a su paso una destrucción indescriptible" "Un temblor que agita el centro de la tierra y provoca que México se junte con ChiloéDIGO, que se destruyan los continentes" ¿Por qué habría de pasar eso?
Ya.
Y es que en el fondo, no suena tan tonto, ¿cierto?
Estamos conscientes de que moriremos algún día. A veces me detengo a contemplar mi ventana y me pregunto qué pasaría. Podría derrumbarse ese puente, podríamos chocar el auto con un árbol, podrían asaltarnos. Y sin embargo, no me inmuto.
¿Valentía? No, no. Por supuesto que no. Estoy demasiado lejos de eso. Es tan solo... ¿que?
Es tan solo que no me importa.
Me gustaría morir de una forma tranquila, eso no lo niego. Pero si mañana me dijeran que no fuera a despertar, tampoco me pondría a llorar como magdalena.
No, no es depresión.
Después de darle tantas vueltas a las cosas, creo que ya sé que es.
En ocasiones me quedo viendo la firma que tiene mi querida Spardilla en el foro de Laura Gallego. No porque sea muy barroca ni quiera analizar a fondo la imagen de EscribemeDeluxe, sino por la frase que está allí. (Y que me perdone mi fangirleo, que lo llevo hasta este blog y me debo de ver bastante pesada, pero es preciosa)
"Si estás en el ahora, estás en el infinito"
A eso me refiero. Si el mundo se acabara... aún no ha sucedido . Hoy mismo, estoy viva. Sí, medio muerta porque mañana mis profesores y padres me van a matar, pero estoy viva. Viva, viva, viva. Y aunque la vida en el fondo sea (visto en una imagen realmente profunda en facebook) una caquita, es maravillosa. Es preciosa, es única. Es indescriptible. Y jodida, hay que decirlo. Contradictoria a más no poder.
Pero no es el punto.
Epicuro, un filosofo genialoso, decía algo así como "La muerte no te concierne, porque mientras estás vivo no te involucra y cuando estás muerto ya no importa"
Y tiene razón.
Así que no queda más que decirlo así. Si estás vivo, sigue
siendo infinito. Ahora estás vivo. Ahora estoy viva. Y quiero vivir lo que me
queda. No importa si es un día, medio mes o cincuenta y seis años. Quiero
vivirlo con los demás. Sin miedo.
¿Por qué?
Porque, de cualquier modo, el miedo es inútil.
Pero el amor no.
Las personas no.
Y la vida, tampoco.
Si muero mañana, quiero que sepan que los amo. Y que no tengan miedo, porque es inservible.
Y si no muero, también. Que al fin y al cabo, aún puedo decirlo.